El Fin de una Etapa: Añoros y Despedidas Realmente Dolorosas

En la oscura y tímida esquina de mi cuarto, al que se le podría llamar zulo, tengo recuerdos recurrentes de acontecimientos vividos durante mi corta e inútil vida. Cómo los años han pasado y cómo no he sabido apreciar el tiempo.

Antes que nada, este episodio lo voy a redactar de una manera diferente, espero que os mole.

Líate un cigarro, enciéndelo y ponte: For the First Time - Mac Demarco, que empezamos.

A muchos de nosotros no parece que tengamos una muy buena percepción de cómo pasa el tiempo, y quería recordar todo lo que hemos hecho este fin de curso y por qué valorar a tus amigos a tiempo es una muy buena decisión.

Este fin de curso ha sido un momento espectacular para todos, siempre muy unidos y pasándonoslo muy bien entre nosotros.

Comienza el fin de curso y caigo en un bloqueo emocional por la pérdida de mi compañera de vida y todo en adelante para mí iba a ir de mal en peor.

Después de despejarme un rato por la tarde y terminar las cañas, me volví a la habitación a hacer mi actividad por excelencia cuanto tengo un bloqueo de estos, maltratarme mentalmente y dormir.

A la hora y media, viene Alén preguntándome si nos vamos a ir de fiesta o voy a pasar de ello, al negarle, se marchó de la habitación y comenzó el lloro. Llamé a Celia para hablar con ella para saber que opinaba sobre el tema y, tengo que decir, que nunca he visto a una persona más comprensiva y valorativa conmigo que Celia. 

Después de que me ayudara a comprender mi realidad, me obligó a salir con ellos de botellón. Al llegar Juan vio lo mal que estaba y me preguntó. Él me ha animado mucho también a comprender lo que ha pasado con su ideología que ahora comprendo mejor.

Cuando llegamos al lugar del botellón, después de sentarme un rato en la arena a pensar conmigo mismo, me levanté a hablar un rato con la gente. Cuando me levanté, a los 5 minutos me comencé a marear y seguidamente me desmayé hacia el suelo. 

Cuando me rehabilité, lo hice sobresaltado y sin comprender lo que me había pasado. Una imagen oscura se me presentó, y por un instante, no sabía donde estaba. Al principio, no comprendí qué me estaba pasando y me intentaron rehabilitar como bien pudieron, pero pasados unos minutos me volví a desmayar, y ahí, fue cuando lo vi. Una imagen que se me va a quedar pillada en la cabeza por toda la vida. Vi, sobre un fondo blanco, a Gema, Nadia y a una versión pequeña de mí. Cuando me incorporé, no me lo podía creer, y me eché a llorar.

Pasado el susto y de vuelta al hotel, Celia me ofreció dormir en su habitación, por si algo volvía a suceder. Acepté, pero en ese instante cometí un grave error mental, una decisión de la que prefiero no hablar ahora. Esa parte de la historia merece su propio capítulo, y será explorada más adelante.

Al día siguiente, fuimos a Port Aventura. No sé cómo describirlo, pero fue como si algo en mí se despejara de golpe. Las nubes oscuras que habían estado pesando sobre mí se disiparon por un momento, y ese día me lo permití, por fin, como un descanso mental. La adrenalina, las risas, y el jaleo del parque hicieron que, aunque solo por unas horas, me olvidara del caos interno. Cuando la noche llegó y salimos a dar una vuelta, me encontré hablando tranquilamente con mis amigos, como si nada hubiera pasado. Solo estábamos ahí, en el presente, y eso me bastaba.

El tercer día fue más tranquilo, sin grandes eventos. Visitamos una playa y pasamos la tarde dando vueltas por Lloret. La noche, sin embargo, nos reunió de nuevo. Subimos a la habitación de arriba y pasamos horas conversando. Tuvimos una conversación con Julia sobre el tema de Unai, escuchando a todo el mundo con muchos puntos de vista. Maravilloso.

El cuarto día fue especial. Fuimos a una de las playas más hermosas que he visitado en mi vida. Rocas que parecían haber sido esculpidas por el viento, arena fina bajo los pies, y unas vistas que te hacían sentir pequeño ante la inmensidad del paisaje. Me encontré en medio de todo esto, acompañado de unos pitis y una conversación tranquila con Celia y Alba. Cada palabra que intercambiábamos, cada silencio compartido frente al mar, me hacía sentir más conectado con ese momento, como si por fin pudiera respirar sin el peso de mis pensamientos sobre mí.

Me encantaría volverme a ir con estos delincuentes a fin de curso. En verdad, pagaría por volver a empezar 4º de la ESO, comerme los exámenes y revivir todo lo que pasó. Lo añoraré por siempre.

En mi mesa después de 2 meses, con un dolor de cabeza y un mono monumental.

-Rodro

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